jueves, mayo 21, 2009

6

De ahí el despojo.

Una nueva necesidad pero en otro eje.

Una necesidad que llama desde afuera. Que invita a desposeerse como puerta de liberación.

El cuerpo se corrompe.

La materia se parte y se disgrega.

El alma nos traiciona y se envejece en el dolor de no alcanzar. Pero si se pierde el deseo unilateral de esa persecución ruin, el desarraigo y el fracaso de no llegar desaparecería.

Las viejas ropas de nuestra propia existencia nos condicionan, nos anclan.

Un determinado estado de fe, se opone siempre a un estado de fe mayor.

Y la visión que distorsiona, en proyección distorsiona los hechos y se convierte en la onda expansiva de una lenta devastación.

jueves, mayo 14, 2009

5

¿Cuál es el precio que estaríamos, nosotros, dispuestos a pagar para recuperar nuestro orden elemental?

Basados en el caos particular que rigen nuestras emociones, con seguridad ninguno.

Vamos trazando nuestro propio destino sin rumbo fijo, mientras las olas pasan y rompen desenfrenadas; y la espuma de los días se rinde al viento y se disipa.

No hay pasado porque pesa.

No hay futuro porque vamos a tientas.

El instante que se plasma en la recta del tiempo. El pequeño guiño en la regla de la obra universal de la eternidad.

La decisión implacable.

El segundo que determina una inmensa posteridad.

Es el ahora más cercano el que obliga al análisis y al juicio. Al profundo dialogo interno y al advenimiento de un nuevo andar.