jueves, mayo 14, 2009

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¿Cuál es el precio que estaríamos, nosotros, dispuestos a pagar para recuperar nuestro orden elemental?

Basados en el caos particular que rigen nuestras emociones, con seguridad ninguno.

Vamos trazando nuestro propio destino sin rumbo fijo, mientras las olas pasan y rompen desenfrenadas; y la espuma de los días se rinde al viento y se disipa.

No hay pasado porque pesa.

No hay futuro porque vamos a tientas.

El instante que se plasma en la recta del tiempo. El pequeño guiño en la regla de la obra universal de la eternidad.

La decisión implacable.

El segundo que determina una inmensa posteridad.

Es el ahora más cercano el que obliga al análisis y al juicio. Al profundo dialogo interno y al advenimiento de un nuevo andar.

2 comentarios:

Guile dijo...

No hay presente tampoco... la intersección infinitesimal del pasado y el futuro, despreciable...

ediciones encendidas dijo...

Gracias! cualquier consulta; ediciones_encendidas@yahoo.com.ar,,beso!
(a simple vista, esto me recuerda a Rayos, de Pablo Dymant, en nuestra colección,,)