jueves, mayo 21, 2009

6

De ahí el despojo.

Una nueva necesidad pero en otro eje.

Una necesidad que llama desde afuera. Que invita a desposeerse como puerta de liberación.

El cuerpo se corrompe.

La materia se parte y se disgrega.

El alma nos traiciona y se envejece en el dolor de no alcanzar. Pero si se pierde el deseo unilateral de esa persecución ruin, el desarraigo y el fracaso de no llegar desaparecería.

Las viejas ropas de nuestra propia existencia nos condicionan, nos anclan.

Un determinado estado de fe, se opone siempre a un estado de fe mayor.

Y la visión que distorsiona, en proyección distorsiona los hechos y se convierte en la onda expansiva de una lenta devastación.

2 comentarios:

GUSMAR SOSA dijo...

Buen punto en este post, cierto un grado de fe siempre estarà en contraste con otro grado mayor. Es como la conciencia.Saludos.

nicovi dijo...

Estaba vagando por blogs y caí acá de la nada, parece prometedor, ya lo voy a ver con más tiempo!

Abrazo!