De ahí el despojo.
Una nueva necesidad pero en otro eje.
Una necesidad que llama desde afuera. Que invita a desposeerse como puerta de liberación.
El cuerpo se corrompe.
La materia se parte y se disgrega.
El alma nos traiciona y se envejece en el dolor de no alcanzar. Pero si se pierde el deseo unilateral de esa persecución ruin, el desarraigo y el fracaso de no llegar desaparecería.
Las viejas ropas de nuestra propia existencia nos condicionan, nos anclan.
Un determinado estado de fe, se opone siempre a un estado de fe mayor.
Y la visión que distorsiona, en proyección distorsiona los hechos y se convierte en la onda expansiva de una lenta devastación.
2 comentarios:
Buen punto en este post, cierto un grado de fe siempre estarà en contraste con otro grado mayor. Es como la conciencia.Saludos.
Estaba vagando por blogs y caí acá de la nada, parece prometedor, ya lo voy a ver con más tiempo!
Abrazo!
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